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Día de las Ánimas en Michoacán

Día de las Ánimas en Michoacán

Por Fernando Mendoza

Para los pobladores de la región del lago de Pátzcuaro, desde la época prehispánica, es motivo de júbilo la llegada de la bruma a la comarca, pues anuncia que pronto los espíritus de sus seres amados regresaran a visitarlos, ahora también se escucha el tañer de las campanas ; sus familiares y amigos se preparan para recibirlos, los primeros son los angelitos el día 31 de octubre y los adultos el primero para amanecer el dos de noviembre; los esperan con una ofrenda adornada por un mantel blanco sobre el que van los alimentos que le gustaban, los más tradicionales son las curundas, el pato y pan, también fruta y no falta alguna bebida, desde luego la flor de cempasúchil con que se elaboran arcos, además velas, veladoras, incienso, maíz, sal y una olla de barro con agua.

Uno de los lugares que goza de mayor reconocimiento en cuanto a la celebración del “Día de muertos” es la región del lago de Pátzcuaro en Michoacán, en especial la isla de Janitzio. Los habitantes, de origen purépecha o tarasco realizan uno de las celebraciones más tradicionales y reconocidas en el país.

Para el pueblo purépecha existen Dioses del Norte y del Sur. Los del Norte son los primogénitos, a los que se les ofrecen ofrendas. A su vez el Universo se divide en tres partes: el Cielo, la Tierra y el Mundo de los Muertos llamado Pátzcuaro (Lugar donde se tiñe de negro). Conciben el mundo de los muertos como un lugar de tranquilidad, donde predomina tal color, dividido en cinco regiones, cada uno con sus respectivos Dioses.

De esta forma los tarascos consideran a Pátzcuaro, como la entrada al Mundo de los Muertos. En está habita Curicaveri, Dios principal, del fuego y guardián del Paraíso. Su adoración dio origen a una multitud de celebraciones, muchas de las cuales han subsistido hasta hoy.

Dentro de ellas destaca la correspondiente al Día de Muertos, la cual inicia el 28 de octubre y concluye el 2 de noviembre. El día 28 de octubre se recibe a las almas de los que murieron a causa de un accidente o de forma repentina y violenta; el 29 de octubre a los ahogados; el 30 de octubre a los olvidados, los que no tienen familia que los recuerde; el 31 de octubre a los que están en el limbo, los niños que nunca nacieron; el primero de noviembre a los angelitos y el 2 de noviembre a los difuntos adultos.

Durante el día primero se honran a los niños muertos y el día dos se reciben a los adultos. Desde las doce de la noche del día primero las familias comienzan a colocar servilletas bellamente decoradas sobre las tumbas y sobre estas alimentos que en vida los fallecidos prefirieron. Complementan las ofrendas veladoras, bebidas, dulces y flores.

En el calendario agrícola, la festividad de día de muertos coincide con ciclos agrícolas del maíz, esto evidentemente vincula la ceremonia ritual que se les hace a los difuntos a través de ofrendas llenas de comida, donde la base es el mismo maíz (Tortillas, Corundas, tamales, uchepos, atoles, entre otros).

En la época prehispánica se tenía un respeto especial a los difuntos de alta jerarquía, como reyes, caciques o miembros de la realeza ya que para colocar sus restos eran construidas cues (templos prehispánicos) donde se podían conservar y rendírseles tributo aun después de la muerte, tal es el caso de Tariacuri (nació y gobernó desde Pátzcuaro en el siglo XIV), que al llegar los conquistadores encontraron una yacata, en donde ahora se encuentra la Capilla del Calvario, con los restos de tan insigne gobernante. Según los testimonios recogidos en libros como “La Relación de Michoacán” a los gobernantes tarascos los incineraban.

 

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